Fondo Manuel Giró Ribé
GIRÓ y Ribé, Manel. Lleida, 5 de septiembre de 1848
Barcelona, 20 de diciembre de 1916
El fondo está formado por 13 volúmenes con partituras de obras de óperas, zarzuelas...
Compositor nacido en Lleida el 5 de septiembre de 1848. De muy joven, a la edad de ocho años, se inicia en el estudio de la música a través de su participación como cantante en diversas capillas musicales de la ciudad, de entre las que cabe destacar la del Roser de la Aurora y la Escolanía de la Catedral. Recibe lecciones de los maestros Pobaleda, "Roda", Terrassa y del organista de la Catedral Magí Pontí y Ferrer, además del maestro de capilla Aleix Mercè de Fondevila.
Con el deseo inicial de seguir la carrera eclesiástica, Manel Giró ingresa en el Seminario de Lleida, donde estudia filosofía y latín y recibe también una sólida formación general que años después quedará reflejada en sus obras. A los diecinueve años abandona el Seminario para dedicarse plenamente a la música, estudia armonía con el organista y profesor de música Francesc Oliver i Aymauri a lo largo de tres años y sustituye a Magí Pontí en varias ocasiones como organista de la Catedral. Al ver que en Lleida no tenía elementos suficientes para desarrollar su carrera musical, en 1870 se traslada a Barcelona donde estudió con varios maestros cuya identidad desconocemos. Esta situación no duró demasiado y en 1874 se marcha a París donde permanece durante veinte años y escribe la mayoría de sus obras.
Un año después de instalarse en París llega el primer éxito con la interpretación de un fragmento de una Salve Regina. En 1879 el editor Heugel le publica una colección de romances españolas agrupada con el título Tras los montes, que contribuyeron en gran medida a la divulgación de su labor como compositor y lo hicieron popularmente conocido entre los aficionados parisinos. Igualmente, ese año, el propio editor le publicó una Lamentación de Jeremías interpretada por primera vez en los Conciertos Pasdeloup con coros, orquesta y solistas, después de ciertas disputas con la casa editora Choudens.
En 1880 estrena la Sinfonía Mozárabe, sinfonía en cuatro movimientos con la que Giró consigue renombre gracias a las interpretaciones hechas algunos años más tarde. Giró tenía una especial estima por esta obra, ya que, a su juicio, nunca hasta entonces se habían escrito obras sinfónicas que tuvieran un “verdadero carácter español”.
En 1883, y después de escribir la Gran Misa con corazones y solistas (1882), compone el baile coreado Divertissement andalous, estrenado en el transcurso de una fiesta en la Ópera de París, a beneficio de los damnificados por las inundaciones sufridas en Alsacia-Lorena. En realidad se trata de una serie de cuadros con música popular en los que se combinaban bailables y corazones, así como algunos fragmentos de otros compositores españoles. El estreno de esta obra consagró a Giró como ídolo musical de ese momento en París y se convirtió en habitual en los repertorios de conciertos franceses.
En 1884, después de algunos años de estancia en París, regresa a Barcelona para preparar los ensayos de su ópera Il Rinegatto Alonso García que estrena, no sin dificultades y gracias a la influencia de su amigo Julián Gayarre, el 6 de junio del año siguiente (1885) en el Teatre del Liceu.
La actividad de Manel Giró era intensa en aquellos años, especialmente en Barcelona, donde reside aunque no son raras las visitas a su ciudad nativa, donde la prensa a menudo da noticias sobre las actividades de este compositor. En noviembre de 1890 Manel Giró visita Lleida, donde es recibido como una celebridad por todas las entidades musicales. La Banda Popular le ofrece un concierto en el Casino Republicano y el propio Giró participa en la interpretación de la Misa Grande de Mercadante en la iglesia del convento de Santa Clara.
Instalado de nuevo en París, ejerce de corresponsal de la revista La Ilustración Musical Hispano-Americana y publica varios artículos en La Música Ilustrada Hispanoamericana. En París forma parte de la Sociedad Española de Cuartetos fundada por Matías Miquel y lucha por la dignidad de la música española proponiendo a los compositores huir de los excesos populistas y eliminar la frivolidad de los aires nacionales opinando que era necesario hacer algo más que escribir canciones andaluzas, boleros, habaneras, y conminando a los compositores españoles de trabajar en el género sinfónico-coral de vocación descriptiva y pintoresca.
A principios de 1892 se interpreta en París la ópera cómica El sombrero de tres picos. Esta misma obra es interpretada en el teatro Príncipe Alonso de Madrid el 14 de mayo de 1893. Algunos diarios le atribuyen la creación, con esta obra, de un nuevo género español inspirado en los aires nacionales.En 1892 estrena también su Misa de Réquiem en gran orquesta, coros y solistas, dedicada al conocido tenor Julián Gayarre que había muerto en Madrid en 1890. Esta Misa tenía, según J. Pinyol, claras reminiscencias intencionadas de Meyerbeer, Gounod y Verdi, autores que acostumbraban a figurar entre los repertorios habituales del del cantante navarro. Fue interpretada poco después en el Teatre Líric de Barcelona y pasó a formar parte de los conciertos de Giró.
En Barcelona, otra vez, en 1897, se inician los ensayos de la zarzuela de espectáculo en tres actos Nuestra Señora de París, con letra de Calixto Navarro y basada en una novela de Víctor Hugo. La obra fue un éxito y poco después, el 24 de abril, ya se habían hecho 7 representaciones de este melodrama lírico en el Teatre Novetats de Barcelona, donde continuó en cartel hasta que el 22 de mayo se hizo el beneficio del autor.
Manel Giró muere en Barcelona el 20 de diciembre de 1916 en la casa de la plaza Letamendi donde residía casi totalmente apartado de la vida pública. Pocos días después, en enero de 1917, la Revista Musical Catalana publicaba un artículo donde, además de dar algunos datos biográficos, añadía: [...] Últimamente el maestro leridano vivía muy reproche, viéndolo solo algunas noches de Liceo. Era un músico que poseía vastos conocimientos y bastante experiencia, pero de gustos bastante rancios. Era un admirador de Meyerbeer y de la escuela francesa de mediados del siglo pasado, y estas preferencias se traslucían, naturalmente, en sus producciones, bien trazadas, eso sí, pero sin la personalidad o el carácter que hacen la obra perdurable [...].